Desde el nacimiento el habla se desarrolla rápidamente durante los 2 primeros años de vida, durante los cuales el niño empieza a hacer sonidos, después palabras y, con el tiempo, breves frases. Cuando empieza a formar frases más largas, entre los 2 y 6 años de edad, es posible que experimente dificultades notables para hablar de una forma fluida. Te explicamos cómo detectar si el tartamudeo es preocupante o no.
Todos los niños de esa edad repiten palabras y frases, vacilan a menudo, y tienen problemas de vez en cuando para conversar de modo fluido, pero algunos tienen dificultades más graves y duraderas.
Si tú crees que tu hijo tiene más dificultades que otros niños, es natural que te preocupes, preguntándote si empieza a tartamudear. Y piensas ¿Se le hará más grave el problema o se le pasará? Si te parece que tu hijo tartamudea ¿Debes tomar alguna medida? ¿Cuál? Esperamos dar algunas respuestas a éstas preguntas.
¿Tartamudea?
El tartamudeo interrumpe el flujo del habla. Todos, en algún momento, repetimos palabras o sílabas, de modo que nuestra dicción no es perfectamente seguida. También los adultos vacilamos, metemos sonidos o palabras que estorban la frase que queremos pronunciar, y mezclamos las sílabas. Repetimos y cambiamos frases que quedan mutiladas. Tratamos de pronunciar 2 palabras distintas al mismo tiempo y, a veces, se nos confunde o se nos traba la lengua durante un rato.
El niño de 3 años, que todavía lucha con ciertos sonidos, palabras, arreglo de frases y presiones sociales, tropieza, con más frecuencia que los adultos o niños mayores. Por si fuera poco, la libertad del habla de todos varía mucho según las circunstancias y los sentimientos. Estos cambios en el habla le afectan más al niño pequeño. Tal vez te sea difícil distinguir entre los tropiezos normales que experimentan todos los niños y el tartamudeo. Esta dificultad se debe a la naturaleza del tartamudeo, que en esta edad, comparte muchos aspectos con las dificultades normales de todos los niños. Además varía en gravedad y frecuencia según el tiempo, las circunstancias o el estado emocional del individuo. Por tanto, sí crees que tu hijo no habla tan bien como debiera, sería mejor consultar a un logopeda. Si él no encuentra en tu hijo problemas anormales en su manera de hablar, no será necesaria la rehabilitación, aunque te puede dar unas pautas que serán muy útiles y pueden aliviar tu propia preocupación.
El tartamudeo es más que una interrupción del flujo continuo de palabras. Abarca interrupciones, impedimentos y reacciones emocionales producidas por la dificultad en hablar. Hay que tomar en cuenta las señales sin prestarles demasiada atención, puesto que necesitan ser consideradas en el conjunto total del habla del niño, la mayor parte de la cual será normal y seguida.
Conviene recordar también que todas estas dificultades en el habla pueden ser pasajeras y que ocurren, a veces, en los niños de habla normal.
OBSERVA LAS SEÑALES DE PELIGRO
1. Las repeticiones múltiples
No tiene nada de extraño que un niño de cuatro años repita una palabra varias veces. A veces se emplean palabras y sonidos «de arranque» como: “esto, esto» o «ummm.» También repiten fragmentos de palabras, casi siempre la primera sílaba.
2. Las prolongaciones
El niño, en lugar de repetir los sonidos inicia les, a veces prolonga o dilata el primer sonido de las palabras. Por ejemplo, «pelota» se convierte en «Pppppppelota.»
También esta señal se da de vez en cuando en casi todos los niños pequeños. Los padres deben preocuparse cuando ocurren con frecuencia, en muchas situaciones distintas, y cuando afectan la comunicación de su hijo.
3. Los Temblores
Cuando su hijo se queda «atascado» en alguna palabra, puede observar que le tiemblan o vibran los músculos pequeños de su boca y mandíbula. El temblor puede ser pequeño o grande. Estos temblores pueden relacionarse con las dificultades que experimenta al hablar seguida y libremente. Es posible que se le quede la boca inmóvil sin que salga ningún sonido. A los logopedas nos interesa saber con qué frecuencia se manifiestan estos temblores y si van prolongándose con el tiempo.
4. Las subidas de tono y volumen
Cuando tu hijo se esfuerza por pronunciar una palabra, el tono y volumen del sonido que intenta producir pueden subir hacia el final. En todo caso, él se esfuerza por pronunciar la palabra difícil. El sonido resultante puede parecer una sirena que señala peligro.
5. El conflicto y la tensión
Al niño le puede resultar difícil pronunciar ciertas palabras por tener demasiada tensión en los labios, la lengua, la garganta o el pecho. En otras ocasiones empleará la tensión justa y necesaria para las mismas palabras. Puede variar la gravedad de su conflicto según el tiempo y lugar, o puede desaparecer del todo.
6. El momento de angustia
Quizás se note un momento de angustia fugaz en la cara de su hijo cuando se aproxima a una palabra difícil de pronunciar para él. Cuando sucede esto, será porque habrá encontrado previamente tanta dificultad con la palabra que le da miedo tener que pronunciarla. Tendrá miedo de pronunciar ciertas palabras en situaciones concretas o puede que se niegue definitivamente a hablar. Debes consultar a un logopeda
7. Las Evasiones
Es posible que evite ciertas palabras hasta que tenga suficiente confianza para pronunciarlas bien. Se le notará una cantidad excesiva de pausas en el habla.
Sustituirá unas palabras por otras o usará sonidos sin sentido antes de pronunciar la palabra indicada. Tendrá todavía las pausas normales al buscar palabras o formular frases, pero ahora serán más exageradas. Cuando deja de decir algo aunque sabe bien lo que quiere expresar, es la angustia la que le impulsa a la evasión.
Estas señales de peligro se han explica do separadamente, pero a menudo ocurren juntas.